Aunque se haga uso de analgésicos o se acuda a una terapia física, el dolor no desaparecerá si no se ataca su componente emocional. Vicky Vlachonis, autora del libro “El cuerpo no miente”, explica los beneficios que ofrece la meditación para aliviarlo.
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Calma el dolor crónico
Centrarse y prestar atención a cada respiración puede tener un mejor efecto que la morfina en condiciones como la artritis o el síndrome del intestino irritable. Una investigación realizada por la Universidad de Wake Forest, arrojó como resultado que con cuatro sesiones de mindfulness (conciencia plena) es posible reducir la sensación de dolor en un 57%.
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Influye en su percepción
Meditar minimiza la actividad en la corteza somatosensorial (región del cerebro asociada con la respuesta al estímulo de dolor). Un estudio realizado por la Universidad de Massachusetts concluyó que con tan solo 20 minutos de práctica se puede reducir la intensidad de la sensación en un 33% de los casos.
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Equilibra las emociones
En cualquier afección existe un componente emocional que por lo general se ignora. La ansiedad es la base de la somatización. Tomarse un tiempo diario para respirar profundamente y eliminar la carga emotiva de los pensamientos, puede tener un efecto analgésico en el organismo.
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Armoniza las relaciones
Si no se manejan adecuadamente los conflictos con las personas que se encuentran alrededor, cualquier tensión podrá convertirse en una contracción muscular. El manejo de la rabia es clave. Es importante aislarse mentalmente de la situación, y centrarse para poder afrontarla.
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Eleva el espíritu
En ocasiones se experimenta una sensación de desconexión con la vida o la espiritualidad. Esta inestabilidad se manifiesta con molestias corporales. El budismo brinda la posibilidad de meditar teniendo como bases el amor y la compasión. Con esta práctica, se manejan pensamientos de bienestar individual y colectivo.
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