¿Has sentido que te levantas de la cama con una sensación de alergia en la piel o con la nariz tapada? Aunque no lo creas, esto podría estar estrechamente relacionado con la higiene de tus sábanas.
Por si no lo sabías, si no acostumbras cambiar periódicamente las sábanas de tu cama, podrías estar perjudicando considerablemente a tu salud, ya que en ellas se concentran diversos alérgenos que, sin saberlo, están siendo inhalados durante toda la noche.
Y eso no es todo, porque no sólo se concentra el polvo o la contaminación en la cama, sino que también se generan ácaros, bacterias, hongos, polen y secreciones del cuerpo humano (células muertas de la piel, sudor, caspa, saliva, entre otros).
En promedio, se calcula que un hombre puede llegar a expeler 100 litros de sudor en la cama a lo largo de un año, y que en las almohadas o cojines pueden proliferarse hasta diecisiete especies de hongos diferentes.
¿Te lo imaginabas?
Las sábanas son el lugar idóneo para la reproducción de múltiples microorganismos como los ácaros, lo que en consecuencia te podría generar rinitis alérgica, urticaria en la piel o si sufres de asma, empeorar la enfermedad.
¿Cada cuánto se deben cambiar las sábanas?
No existe un máximo de veces en que debas cambiar las sábanas de tu cama durante la semana, pero sí hay un mínimo. Lo recomendable es que, a lo menos, cambies la ropa de cama una vez a la semana. ¡Como mínimo! Es importante que adquieras el hábito de hacerlo regularmente, ya que entre más lo hagas, menos probabilidades de que se generen bacterias tendrás.
Además, es importante que nunca guardes las sábanas mientras estén húmedas, ya que ese es el escenario perfecto para la multiplicación de hongos u otros microorganismos.
¡No hagas la cama en cuanto te levantes!
Por otra parte, se recomienda no hacer la cama inmediatamente después de levantarse, porque al dormir durante toda la noche en ella se genera humedad, por lo que debes ventilarla algunas horas al día.
Cuando se trata de la elección del material de las sábanas, los más recomendables son los orgánicos, como el algodón o el lino. Evitar aquellos que son sintéticos como el polar, el nylon o el poliéster, porque generan más irritaciones en la piel y favorecen el crecimiento de microorganismos.
¡Las toallas también acumulan bacterias!
Al igual que con las sábanas, las toallas con la que nos secamos el cuerpo o las manos, son un foco de bacterias, por lo que se recomienda lavarlas tras dos o tres usos. Además, es importante que después de secarte dejes tu toalla ventilando, porque, como te mencionamos anteriormente, la humedad es perfecta para la sobrevivencia de los hongos o gérmenes.
¿Y qué pasa con el pijama?
Como te podrás imaginar, la misma historia sucede con el pijama. Al estar en contacto directo con el cuerpo, es susceptible a la generación de bichos. Cámbiate de pijama seguido, por lo menos dos veces a la semana.