«Esta nota es presentada por: Minnie de Disney»
En el transcurso de vivir en esta nueva realidad, puede que muchas personas se encuentren siendo víctimas del estrés, ante las situaciones externas y también personales. Una herramienta que te puede ayudar en esos momentos es una de las más básicas de nuestro cuerpo: la respiración.
Según la Clínica Mayo, a veces en estos momentos nos centramos en remordimientos del pasado y preocupaciones del futuro. Pero una herramienta gratuita que tienes para aliviarlo es la respiración. Estas son excelentes para conectarse más con la mente, el cuerpo y el espíritu, para mejorar la salud física y mental.
¿Cualquier respiración sirve?
Pues lo cierto es que no se trata de la respiración artificial que normalmente hacemos, sino que más bien la idea es hacer una trabajo profundo y consciente, que se puede usar como ancla para permanecer en el presente, el que a veces tratamos de evadir.
Con esto podemos trasladar y liberar los pensamientos negativos, en vez de guardarlos en nuestro cuerpo. Y es que tener energía acumulada, puede manifestarse en otras dolencias físicas.
La respiración consciente también tiene otros beneficios. Aumenta el estado de alerta y el flujo de oxígeno, además de permitir que el cuerpo libere toxinas más rápido.
El respirar nuestro cuerpo lo hace normalmente, pero podemos mejorar la técnica y así sacarle provecho para nuestro bienestar.
Tipos de respiración
- Torácica: Se usan los músculos de la parte superior del pecho. Esta sirve en situaciones de gran esfuerzo, como al correr. En una situación de estrés puede que recurras a ella, provocando tensión en los músculos de tus hombros y el cuello, hasta dolores de cabeza.
- Respiración diafragmática: Esta proviene del músculo respiratorio dominante del cuerpo: el diafragma. Este tipo de respiración es más eficaz y puede provocar más sensación de relajación que tensión.
Cómo usar el diafragma a tu favor
La respiración diafragmática es una buena forma de reducir el estrés. Aquí te explicamos una forma de usarla, ya sea solo o con un compañero.
- Ponte cómoda, cierra los ojos y concentra tu atención a tu respiración y cuerpo.
- Inhala profundamente por la nariz, deja que el abdomen se llene de aire y expande ligeramente. Exhala a la vez que relajas el cuerpo y despides todo por la nariz.
- Lleva una mano a tu abdomen, justo debajo del ombligo y la otra mano a la parte superior del pecho. Inhala nuevamente por la nariz y exhala ahora por la nariz y enfócate en sentir el aire cuando ingresa y cuando sale.
- Mientras inhalas y exhalas por la nariz, enfócate en cambiar tu respiración de lugar, enfócate en cómo sube y baja tu abdomen, más que el pecho. De hecho, trata de que tu mano que esta sobre tu abdomen se mueva más que la que está en el pecho. Inhala profundamente por la nariz y envía el aire hacia la parte de atrás de tu garganta en dirección a tu estómago, permite que el abdomen se desinfle lentamente a medida que exhalas por la nariz.
- Hazlo tres veces más, de manera lenta y profunda. Sé consciente de tu cuerpo y tu respiración, de cómo sube y baja el abdomen. Así tu cuerpo irá de a poco relajándose cada vez que tu respiración se vuelve más lenta.
Hacer este tipo de respiraciones no solo tiene que ser en momentos estresantes. Si lo haces constantemente, ayudará a la larga a equilibrar tu sistema nervioso autónomo. Este regula funciones corporales involuntarias, como el control de la temperatura y la función de tu vejiga. Si eres constante, la respiración puede ayudar en trastornos o afecciones mentales relacionadas con el estrés, la ansiedad, la depresión y con trastorno de estrés postraumático.
¡Atrévete a intentarlo!
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