Un entrenador familiarizado con los canes utilizó ciertas palabras de alabanza que sus amos les decían como «inteligente» o «bien hecho», así como palabras neutras como «todavía» y «sí», que los investigadores creían que carecían de sentido para los animales. Cada perro escuchó cada palabra tanto en un tono neutro, como en un tono alegre y fuerte.
Y a través de las imágenes de actividad cerebral, los expertos vieron que los perros procesaban las palabras familiares, independientemente de la entonación y lo hacían usando el hemisferio izquierdo, al igual que los humanos. El tono, por su parte, se analizó en las regiones auditivas del hemisferio derecho, tal cual también ocurre en las personas.
Por último, determinaron que el centro de recompensa de los perros (estimulado por cosas agradables, como caricias o comida), era el equivalente cerebral a saltar y gritar cuando las palabras positivas eran pronunciadas en un tono positivo.