Si bien gran parte de las mujeres los usan, cerca del 80% no sabe su talla correcta y sufren con los tirantes enterrados en los hombros o las barbas que de improviso quedan a mitad del busto. Esos son algunos de los problemas más frecuentes al utilizar un sostén, artículo femenino que ya lleva 102 años de vida.
En el Día Mundial del Sostén, te contamos algunos datos que debes conocer sí o sí antes de ir a una tienda a comprar uno de ellos. Lo esencial es conocer tus medidas, por lo que debes tomarlas con una huincha. Esta no debe apretar el busto, sino que debe quedar justa, mientras se mide con los brazos relajados.
Esto, porque en Latinoamérica, a diferencia de Europa, el contorno se refleja en pulgadas. De este modo, si éste mide 75 centímetros, corresponderá a una talla 34 en Chile. Luego, la cinta se pasa justo por debajo del sostén, más o menos a la altura de las barbas.
Y la diferencia entre esta última medición y la anterior, es la letra de la talla que corresponde; A (13 cm), B (15 cm), C (17 cm), D (19 cm) y DD (21).
También es fundamental que las barbas de los sostenes no queden jamás apretando el busto al extender los brazos hacia arriba, ni tampoco que estén muy ajustados en el tórax, porque podría traer malestares como neuralgias intercostales, produciendo inflamación y dolor.
Otra cosa a considerar, es que hay que fijarse bien que se está vistiendo una talla correcta del sostén, ya que muchas veces, cuando la copa A, B, C o D, es más grande de lo que debería, se tiende a ocupar los últimos broches del sostén, subiéndolo considerablemente en la espalda.
Lo ideal es que la prenda quede al mismo nivel por delante y por detrás y que quede perfecta en el primer broche. Así, a medida que se va usando más la prenda y va cediendo con el paso de los meses, se puede ir ajustando para que quede más firme.
Su historia
El sostén lleva una larga existencia, siendo un ícono de la sensualidad femenina al usarlo y un símbolo de la liberación al despojarse de él. Eso sí, su historia se remonta a 1904 cuando fue patentado por la estadounidense Mary Phelps Jacob.
A su vez, el sostén ha pasado por todas las versiones en telas, y a lo largo de las décadas ha representado la figura femenina que encarnan las distintas generaciones. Así, en los años 50 recordamos un busto algo puntiagudo, y en los 90, con la llegada del wonderbra, un escote voluminoso.
Hoy por hoy, entre las mujeres que se han propuesto no usarlo todos los días y las que están hartas de privilegiar lo estético antes que la comodidad, varias se han unido a lo que llaman lencería “honesta”. Es decir, sostenes de tela elasticada, sin rellenos, sin push-up, sin barbas; un simple sostén.
¿Y tu cuál prefieres?