«¿Qué? ¡Pero si recién ayer era enero!». Muchos nos hemos sentido identificados con esta frase y más aún cuando sentimos que el año se va volando. Pero si pensabas que sólo era una percepción tuya, te contamos que no es así porque el tiempo pareciera ir avanzando cada vez más rápido a medida que vamos envejeciendo. ¡Y es verdad!
La explicación sería bastante lógica, según reveló Jim Stone, doctor en filosofía de la Universidad de Washington, en una columna para PsychologyToday. Ahí planteó que existen 4 razones que, a su juicio, explicarían por qué sentimos como si el tiempo fuera poniéndole cada vez más presión al acelerador.
1. Un problema de proporciones
Jim sugiere plantearse el siguiente ejercicio: Cuando tenemos 1 año de vida, es el 1% de nuestra vida, en cambio, cuando tenemos 50, estamos en la mitad de nuestra vida. En otras palabras, al cumplir 50 años, un año es sólo el 2% del total que te queda por vivir. Es como si la percepción del tiempo tuviese que ver con la «sombra» que nuestra vida proyecta sobre él, dice, metafóricamente.
2. Los recuerdos no tienen un valor constante
El filósofo también plantea que puede que midamos nuestra vida no sólo respecto a un factor cronológico, sino que también sobre la base de recuerdos vividos. ¿Qué significa esto? Cuando todos nuestros días son iguales, aunque tal vez pasen más lento, en retrospectiva el tiempo parece haber volado. En cambio, cuando los hemos llenado de aventuras y actividades diferentes, ese mismo tiempo parece haber «cundido» más.
La mayoría de nuestros recuerdos vienen de la infancia y la razón es que mientras más chicos, más nuevas, interesantes y desconocidas son las cosas que nos rodean. Así que más nos llaman la atención.
3. Se nos escapa el tiempo
¿A quién no le ha pasado que mira Facebook «sólo por 5 minutos» y termina más de media hora revisando el timeline sin darse cuenta? ¿O decides jugar videojuegos durante media hora, pero te enganchaste por más tiempo del presupuestado? Lo que esto implica es que cuando terminamos nuestros proyectos mucho después de lo esperado, al final terminamos sintiendo que el tiempo se ha movido hacia adelante mucho más rápido de lo que debería.
4. Hacemos cosas bajo presión
Un estudio del 2005 llamado Age effects in perception of time (o «Los efectos de la edad en la percepción del tiempo» en español) publicado por Wittman y Lehnhoff, recopiló la información entregada por un grupo de personas a quienes se les preguntó «¿Qué tan rápido has sentido que han pasado los últimos diez años?». Y el resultado fue que a medida que envejecían, iban sintiendo que el tiempo pasaba más rápido. Aunque la tendencia se revertía después de los 50 años, edad en la que empezaban a sentir que la vida volvía a ir más lenta.
Y es que entre los 16 y los 50 años estamos más expuestos a desarrollar labores bajo presión, ya sea porque estudiamos o trabajamos, ¡y por eso sentimos que el tiempo avanza más rápido!
Soluciones
Después de leer esto te preguntarás, ¿qué puedo hacer el respecto? Jim sugiere estas acciones:
- Terminar las cosas que tenemos pendientes.
- Tener metas realistas.