Investigadores de la Universidad de Standford, Estados Unidos, descubrieron que el hábito de reclamar y quejarse, de manera constante, puede reducir una parte de tu cerebro. Específicamente el hipocampo; el mismo que se activa al resolver problemas y procesar la información.
Pero no sólo eso, ya que el sistema inmune también podría verse debilitado. Esto, porque al reclamar se genera mayor cantidad de cortisol, que es la llamada hormona del estrés.
Esta hormona actúa de manera negativa sobre tus defensas y te vuelve vulnerable a distintos padecimientos como diabetes o afecciones del corazón.
Sin omitir que aumenta la presión sanguínea, genera problemas reproductivos (por ejemplo abortos), obesidad, osteoporosis, menstruación irregular, cansancio, envejecimiento prematuro, insomnio, irritabilidad, ansiedad y depresión.
Por lo tanto, mientras más reclames, peor será el efecto para tu salud. Además, tu cerebro se progamará, hasta llegar al punto en que esa actitud se convierta en un patrón.