La diabetes es una enfermedad metabólica que se caracteriza por una disfunción del páncreas y carencia de hormona insulina, la cual genera que aumenten los niveles de azúcar en la sangre.
Y ya que a veces se presenta sin señales claras, lo que dificulta el diagnóstico, es fundamental estar alerta a ciertas conductas que, si bien no son exclusivas de la diabetes, sí podrían estar advirtiendo sobre este trastorno.
¿Cuáles son las principales señales?
- Ganas frecuentes orinar: También llamada poliuria, la necesidad de ir al baño más seguido de lo normal es uno de los primeros signos que aparece y ocurre tanto de día como en la noche. Esto se produce pues los riñones se ven forzados a trabajar más para poder regular el exceso de glucosa.
- Boca seca: Otro síntoma es sentir la boca seca y no solo internamente, sino también en los labios. Esta sequedad excesiva deja al organismo más vulnerable frente al ataque de bacterias y al posible desarrollo de infecciones, tanto internas como externas.
- Fatiga: La fatiga constante es otro síntoma que, en el caso de la diabetes, se da como resultado de que el organismo procura compensarse ante el desequilibrio interno. Las personas se sienten entonces más cansadas, bajas en energía y con dificultad para concentrarse y llevar a cabo sus tareas diarias.
- Entumecimiento y hormigueo: Otra señal es el sentir hormigueo y entumecimiento en los miembros, tanto inferiores como superiores. Esto ocurre porque la glucosa en la sangre dificulta el adecuado flujo a las extremidades, provocando estos molestos síntomas.
- Ansiedad por la comida: Cuando el cuerpo no puede regular la glucosa que las células necesitan para obtener su energía, el cuerpo busca otras fuentes de combustible, manteniendo la sensación de hambre constantemente.
- Cambios visuales: La visión es una de las más afectadas por los altos índices de glucosa en sangre. Es frecuente que estos pacientes perciban destellos ocasionales de luz, visión borrosa y, con el tiempo, problemas de refracción.
- Lenta cicatrización: Además, se puede observar una lenta cicatrización de heridas, incluso, de lesiones superficiales como cortes y rasguños. Los niveles altos de azúcar endurecen las arterias, estrechan los vasos sanguíneos y dificultan el paso del oxígeno hacia la zona de las heridas.