Ya comenzó el otoño, la estación del año que enamora con sus colores al ver las hojas de los árboles que se tiñen de tonos amarillos y anaranjados. Pero, ¿es normal ponernos un poquito más tristes en esta época del año?
Diversos estudios llevados a cabo en los años noventa en la Universidad de Southampton, Inglaterra, revelaron que la mayoría de los adultos, al menos el 90%, experimentan cambios sutiles en el estado de ánimo, energía y sueño cuando cambia la estación. Con más investigaciones de ese tipo se llegó al término Trastorno Afectivo Estacional (TAE), una serie de síntomas que aparecen vinculados a las variaciones de luz y clima.
Los expertos señalan que algunos de esos cambios emocionales están ligados a la luz, un importante regulador del organismo. Pero también a los cambios meteorológicos como la lluvia o el viento, la estacionalidad y la contaminación.
Este estado de melancolía otoñal también se debe a que tenemos un menor tiempo de luz solar, elemento clave en la producción de ciertas hormonas como la melatonina que se produce en mayor cantidad en la oscuridad (por lo tanto, habrá más cuantas menos horas de luz) y es la que influye en que tengamos más sueño (pero también peor ánimo, más hambre y más frío).
Varias investigaciones han constatado la relación entre una menor luz solar y los niveles bajos de serotonina en el cerebro, la hormona del humor, lo que nos hace estar más tristes.