Einstein ya lo dijo: Puedes culpar a la gravedad de muchas cosas, pero no del amor…
Las causas y efectos del amor han fascinado durante mucho tiempo a los científicos y a los románticos. Y también, a quienes lo sentimos a cada momento: en el año 2015 la pregunta «¿qué es el amor?», en inglés, fue el segundo término más buscado en Google .
La ciencia ha demostrado que las personas bajo la influencia del amor experimentan los mismos subidones y bajones que la gente con adicciones a las drogas duras, y los neurocientíficos han descubierto que los cerebros de la gente enamorada cambian.
Primero, en las etapas dirigidas sobre todo por el deseo, las hormonas sexuales testosterona y estrógeno se ponen a trabajar: la testosterona se reduce en los hombres, pero aumenta en las mujeres.
Una vez que se asientan los niveles de deseo… empieza a funcionar la atracción. En esta etapa, nos dominan unos neurotransmisores llamados «monoaminas”. Esta fase de atracción puede causar una serie de efectos extraños en quienes la están atravesando. Menos mal que nuestro cerebro se calma cuando pasamos a la última fase: el apego. Esto es lo que hace que las relaciones se mantengan fuertes y duraderas y se basa sobre todo en las hormonas oxitocina, llamada a veces la hormona del amor, y la argipresina, sobre la cual se ha descubierto recientemente que tiene un papel importante en el amor a largo plazo.
Así que parece que la sabiduría antigua y la ciencia moderna están ambas en lo cierto: encontrar el amor y mantenerlo depende, sobre todo, de acertar con la química.