Los niños que quieren empezar a meditar pueden hacerlo a partir de los seis o siete años, siempre que los ejercicios se adapten a su edad. Y es que es en este periodo que los niños desarrollan su personalidad y siguen pautas de comportamiento claras.
Conocerse de una manera más profunda y atender a nuestra respiración es bueno a cualquier edad, pero si se empieza desde pequeños es todo un privilegio.
¿Cuáles son sus beneficios?
Además de apaciguar emociones como el estrés, la ansiedad o los nervios, un niño puede encontrar en la meditación la vía perfecta para centrarse en los estudios, mejorar la capacidad de concentración y atención, y para ir desarrollando pautas saludables para el cuerpo y el alma que agradecerán cuando crezcan. ¡Toma nota!
1. Será más responsable, tanto de sus cosas materiales como de sus emociones, de su vida y su felicidad.
2. Se querrá más a sí mismo.
3. Se concentrará mejor al ser capaz de enfocar su atención hacia lo que desea.
4. Tendrá menos ansiedad y menos estrés.
5. Dormirá mejor.
6. Será menos impulsivo.
7. Tendrá más seguridad y confianza en sí mismo.
8. Mejorará su rendimiento académico.
9. Mejorará la gestión de sus emociones.
10. Mejorará sus relaciones sociales al mostrar más empatía y gratitud.
11. Mejorará su sistema inmunológico.
12. Será capaz de enfrentarse a las frustaciones y a las dificultades, ya que desarrollará mayor capacidad de aceptación de lo que ocurre.
13. Sentará las bases de una madurez más sólida.