La fruta, catalogada como uno de los alimentos básicos en toda dieta, es principalmente fructosa, que puede ser transformada con facilidad en glucosa. Además, en la mayoría de los casos contiene un 90-95% de agua y permite tanto nutrir, como depurar el organismo.
De hecho, de acuerdo con especialistas del European Food Information Council, para que realmente nuestro organismo pueda aprovechar sus nutrientes, su consumo debe ser previo a cualquiera de las comidas principales. Idealmente en ayuna, ya que permite así una mejor asimilación. ¡Descubre sus beneficios!
-La glucosa es uno de los principales combustibles para el cerebro. Según científicos de la Universidad de Ottawa, Canadá, cerca de dos terceras partes del total de la glucosa que recibe el cuerpo se destinan a las diversas funciones cerebrales y a su compleja red neuronal. Por lo tanto comer fruta, luego de un ayuno de más de 7 horas tras dormir, es una de las maneras más eficaces de brindarle los niveles de glucosa que requiere el cerebro.
-Funciones cognitivas. Un estudio publicado en el «British journal of nutrition» revela que ciertas partes del cerebro experimentan bajas de glucosa a corto plazo, lo que podrían afectar a diversas funciones cognitivas como la atención, la memoria y el aprendizaje. Sin embargo, esto puede evitarse al comenzar el día con una buena porción de fruta, además de ingerir alguna más durante el día.
-Mejora la digestión. La fibra de la fruta es la pectina, soluble en agua, mientras que la mayor parte se encuentra en la cáscara, por lo que se recomienda que las frutas no sean peladas. Consumir una porción una hora antes de desayunar permitirá una mejor digestión durante el resto del día. Además, el potasio que contienen muchas de ellas mejora el funcionamiento intestinal, según investigadores del Instituto Médico Europeo de la Obesidad.
-Optimiza el metabolismo. El consumo de fruta en ayuna, por sus aportes en vitaminas y minerales, permite optimizar el metabolismo e incluso puede acelerar la quema de grasas, según un estudio de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos. Ello, pues mantiene y regula los niveles de insulina.