Un estudio realizado en la Universidad de Ohio concluyó que “las parejas que tienen apodos se sienten más satisfechas con su relación”.
Ello, pues el uso de un lenguaje amoroso es una manera simbólica de demostrar que la relación importa lo suficiente, como para desarrollar una propia manera de hablar, según indica la investigación.
Por otro lado, se trata de un apelativo cariñoso con el cual se busca reforzar la confianza y la intimidad de la pareja.
Por eso es que en muchos casos el apodo no se comparte y solo se dice de forma privada.
Sin embargo, también hay a quienes les agrada referirse al otro públicamente con esa denominación.