Todos buscamos a esa persona, que al llegar, nos completará. Algunos le tiene miedo a esta idea, porque ya son felices por sí solos… sin embargo, en el amor, todos queremos lo que nos hizo suspirar en la película Jerry MacGuire: «Tú me completas».
El origen del mito de la media naranja parte en la antigua Grecia, con el filósofo Platón, en su obra «El Banquete». En ella, Platón mostraba cómo al principio la raza humana era casi perfecta: «Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción».
Estos seres podían ser de tres clases: uno, compuesto de hombre y hombre; otro, de mujer y mujer; y un tercero, de hombre y mujer, llamado ‘andrógino’. Cuenta Aristófanes que «los cuerpos eran robustos y vigorosos y de corazón animoso, y por esto concibieron la atrevida idea de escalar el cielo y combatir con los dioses«. Y ante aquella osadía, Júpiter, que no quería reducir a la nada a los hombres, encontró la solución, un medio de conservar a los hombres y hacerlos más circunspectos, disminuir sus fuerzas:separarlos en dos.
El problema surgió después: «Hecha esta división, cada mitad hacía esfuerzos para encontrar la otra mitad de que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con ardor tal que, abrazadas, perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra».
¿Sientes que sin esa otra mitad, la vida no tiene sentido?
Cuéntanos quién es tu media naranja.