Aunque los expertos señalan que no se puede hablar de adicción al celular, ya que no cumple dos de los tres factores que definen a este trastorno (no produce síndrome de abstinencia, ni se desarrolla tolerancia a su utilización), muchas personas muestran un patrón de uso problemático, especialmente los jóvenes.
Con el fin de profundizar en las características de esta obsesión, científicos de la Universidad McGill (Canadá) desarrollaron un estudio que analizó los motivos que nos mueven a utilizar el smartphone de una forma excesiva.
Y los resultados demostraron que el problema no radica en una dependencia al terminal propiamente tal, sino que al deseo de interacción social.
En el documento, los investigadores señalan que la literatura científica actual es abrumadoramente pesimista respecto a los peligros de las nuevas tecnologías, pues relacionan el uso de móviles con depresión, materialismo y ansiedad social.
Sin embargo, lo que el equipo advierte es que el problema no se encuentra en la tecnología en sí misma, ni demuestra un cambio paradigmático en el contexto psicosocial.
“No se trata tanto de que los smartphones sean adictivos en sí mismos, sino más bien de la sociabilidad que ofrecen”, explican los científicos. “Insistimos en que este impulso por la sociabilidad es una característica fundamental de la evolución humana que antecede a los teléfonos móviles por cientos de miles de años. En pocas palabras, la adicción a los móviles es hipersocial, no antisocial”.
Samuel Veissière, antropólogo cognitivo de la Universidad McGill, destaca que la interacción social es un instinto positivo, pero en esta era de conectividad constante, donde las redes sociales ofrecen muchas posibilidades de socialización, puede impulsar a una sobrecarga, lo que lleva a comportamientos poco saludables.
Por lo tanto, para combatir esta obsesión y hacer un uso adecuado de la tecnología, el equipo recomienda apagar las notificaciones push del smartphone cuando sea posible y revisar con menor frecuencia los perfiles sociales.