Una mañana como cualquier otra Carmen González se paraba de su cama para hacer el desayuno. Pensaba que todos dormían aún, lo que no sabía es que su hijo Diego estaba despierto hace mucho rato. Fue a su habitación, él no estaba ahí y comenzó a buscarlo para estudiar unas materias del colegio. Lo buscó por toda la casa y vio una una de las ventanas de la cocina abierta, eso la hizo sospechar.
Aún tiene grabado en su memoria la peor imagen que ha visto en su vida. Su hijo de 11 años estaba en un charco de sangre cinco pisos más abajo de donde ellos vivían. En esa misma ventana, donde el niño respiró por última vez, había dejado un mensaje que decía “Mirad en Lucho”, ahí, en su peluche favorito desde que era un bebé, una carta esperaba para ser leída por los papás.
Ahí Diego hablaba de lo dura que había sido su época escolar y que la única forma de terminar con eso, era quitándose la vida.
Es importante que los padres conversen con sus hijos y presten atención a las cosas que los niños viven en sus salas de clases. Psicólogos dicen que la gran parte del tiempo son los mismos padres que al cometer el error de no escuchar sus historias, llevan a los niños a entrar en un proceso de desesperación, de encierro y de pensar que nadie los puede ayudar.
¡Esperamos que el acoso escolar no siga costando la vida de los niños que lo sufren!
Estas son las tristes palabras con las que Diego le dijo “adiós” a sus papás:
«Papá, mamá, estos 11 años que llevo con vosotros han sido muy buenos y nunca los olvidaré, como nunca os olvidaré a vosotros.
Papá, tú me has enseñado a ser buena persona y a cumplir las promesas, además, has jugado muchísimo conmigo.
Mamá, tú me has cuidado muchísimo y me has llevado a muchos sitios. Los dos solos sois increíbles pero juntos sois los mejores padres del mundo.
Tata, tú has aguantado muchas cosas por mí y por papá, te estoy muy agradecido y te quiero mucho.
Abuelo, tú siempre has sido muy generoso conmigo y te has preocupado por mí. Te quiero mucho.
Lolo, tú me has ayudado mucho con mis deberes y me has tratado bien. Te deseo suerte para que puedas ver a Eli.
Os digo esto porque yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir. Por favor espero que algún día podáis odiarme un poquito menos.
Os pido que no os separéis papá y mamá, Solo viéndoos juntos y felices yo seré feliz. Os echaré de menos y espero que un día podamos volver a vernos en el cielo. Bueno, me despido para siempre. Firmado, Diego.
Ah, una cosa, espero que encuentres trabajo tata.»