Seguramente alguna vez escuchaste sobre la ablación o mutilación genital femenina, un acto realizado en algunas partes de África y países con una tendencia radical musulmana como Indonesia. Esta práctica tendría como finalidad, según quienes la realizan, quitar el pecado original con el que nacen las mujeres.
Para muchas familias esto es un rito obligatorio y pese a que están contra la mutilación, la siguen realizando por la simple razón de no querer ser considerados parias y apartados de la sociedad más conservadora.
Las mujeres con una mutilación, que conlleva estrechamiento de la vagina, suelen presentar inflamaciones e infecciones frecuentes, incontinencia urinaria, o necesidad de nuevas intervenciones quirúrgicas para permitir el parto. Independientemente del tipo, la ablación genital trae disminución del placer sexual, dolor en el coito, anorgasmia, miedo y rechazo.
La Organización de las Naciones Unidas han condenado estos hechos y el gobierno indonesio trató una vez de prohibirla, pero la fuerte resistencia de las autoridades religiosas de este archipiélago del sureste asiático ha hizo imposible la prohibición.
Ahora, el gobierno de Yakarta trata de convencer para que cesen estas ablaciones consideradas a nivel internacional como una violación de los derechos fundamentales de las niñas.
«Las niñas a las que no se les ha practicado una ablación pueden sufrir problemas mentales y discapacidades», explicó la circuncisora Jadijah Ibrahim, que sucedió a su madre fallecida hace varios años a la agencia France Presse.
Otro de los países que incorporó la mutilación es Egipto, donde las mujeres que se someten a este acto – en su mayoría menores entre los 5 meses y 15 años – lo hacen en un quirófano, con doctores expertos. Aunque existen grupos feministas que creen que estos procedimiento no deberían naturalizarse.
La realidad de los países en los que se practica esto, son aquellos en que la mujer no tiene derechos, ni quienes luchen por crearlos, además son naciones donde la pobreza y la falta de oportunidades reina. Pese a esto, en Guinea, Sierra Leona y Chad, hay un 20 % más de hombres que mujeres que creen que la práctica debería llegar a un fin.
Una esperanza para las mujeres mutiladas
Una profesora asistente de la Escuela Médica Perelman, perteneciente a la Universidad de Pennsylvania, está llevando a cabo un procedimiento reconstructivo para devolverles la función sexual y reparar en parte el daño emocional y psicológico en las mujeres que sufrieron mutilación genital
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Ivona Percec, quien lleva a la practica esta operación expresó: «No les prometo que podrán recuperar las sensaciones, pero podemos hacer que se vea normal y que lo puedas sentir así». Además explicó que con este procedimiento se logra mejorar la calidad de vida de las mujeres.