El reconocido actor, director y dramaturgo estadounidense, Sam Shepard, falleció el pasado jueves 27 de julio en su residencia de Kentucky, a los 73 años.
Así lo informó este lunes el vocero de la familia, Chris Boneau, quien apuntó en un comunicado que «Sam estaba con su familia en el momento de su muerte”. El actor tenía tres hijos fruto de dos antiguos matrimonios.
Además, Boneau reveló que la causa de fallecimiento fueron complicaciones en la esclerosis lateral amiotrófica que el intérprete padecía -una enfermedad degenerativa neuromuscular-, agregando que los preparativos para el funeral son privados y que aún no hay aún planes para un homenaje público.
Nacido en Illinois, Shepard era considerado por muchos como el dramaturgo vivo más destacado de los Estados Unidos, a la vez que fue uno de los artistas más influyentes del teatro off en Broadway.
Además, fue nominado al Oscar como mejor actor de reparto por “Elegidos para la gloria” de 1983 y escribió más de cuarenta obras de teatro, así como relatos, memorias y ensayos. En 1979 obtuvo el Pulitzer por su obra “Buried child” (1979), que fue adaptada al cine con guion del propio Shepard.
En la gran pantalla, en tanto, protagonizó películas como “Corazón de trueno” (1992), “El informe pelícano” (1993) y “Purgatorio: camino al infierno” (1999); mientras que en la década del 2000 continuó con papeles secundarios relevantes en títulos como “El juramento” (2001), “Operación swordfish” (2001), “Black hawk derribado” (2001), “El diario de Noah” (2004), “Stealh: la amenaza invisible” (2005), “Llamando a las puertas del cielo” (2005), “Blackthorn” (2011) y “Safe house” (2012), entre otras.
Uno de sus últimos trabajos fue “Bloodline”, una exitosa serie de Netflix en la que Sam participó durante dos temporadas.