Los bebés son capaces de hacer deducciones racionales mucho antes de aprender a hablar, según un estudio que cuestiona una de las teorías más defendidas hasta el momento y que sostiene que la capacidad de razonar está supeditada al lenguaje.
El trabajo, liderado por el Centro español de Cognición y Cerebro, en colaboración con científicos del Centro de Desarrollo Cognitivo de Budapest y del Instituto Nencki de la Academia de las Ciencias (Polonia), se publicó en la revista «Science».
El experimento se hizo con bebés de 12 y 18 meses, y con adultos, a quienes se mostraron animaciones sencillas con dos objetos. En algunos casos, las escenas invitaban a hacer una deducción para saber la identidad de un objeto escondido y, en otras ocasiones, no era necesaria la deducción porque las acciones ocurrían a la vista de los participantes.
Mientras los participantes observaban las escenas, los investigadores hicieron un seguimiento ocular que medía la posición de los ojos cada 16 milisegundos.
Así, los estudiosos registraron el tiempo de respuesta de cada participante y determinaron en tiempo real el momento en el que el bebé o adulto hacía la deducción, instante en que la pupila de los participantes se dilataba, «un efecto que está relacionado con el esfuerzo cognitivo», explicó uno de los investigadores.
Conclusiones
-El trabajo constató que el experimento exigía a los bebés hacer deducciones racionales, siendo la primera vez que se vincula este aspecto fisiológico con el razonamiento.
-Los investigadores vieron que la dilatación pupilar y la manera de explorar las imágenes a través de la mirada era muy similar entre los grupos de niños y adultos, pese a que los últimos tienen ya un lenguaje muy desarrollado y experiencia adquirida. Esto significa que, pese a tener edades muy dispares, usan estrategias comunes para razonar sobre los mismos contenidos.
-Para los autores, el estudio es la prueba de que, con menos de dos años, los bebés son capaces de combinar información para aplicar reglas de lógicas y razonar, pese a no dominar el lenguaje ni sus matices. Esto último contradice una de las tesis más defendidas en los últimos 30 años que sostiene que el razonamiento lógico está supeditado al lenguaje.