- Por MJ
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A veces un par de palabras pueden dañar a alguien sin darnos cuenta. Así lo comprobó nuestra Lorena Capetillo, quien quiso sorprender a sus seguidores con un particular experimento hecho en casa.
El origen del experimento del arroz
Se trata de un experimento que desarrolló un científico japonés llamado Masaru Emoto, quien llevó a cabo una investigación para demostrar que el agua era una sustancia capaz de transmitir energías positivas y negativas. Para eso llenó dos recipientes de agua y, durante un largo periodo de tiempo, a uno de ellos le dijo a diario cosas «buenas» mientras que al otro le decía cosas «malas». Pasado ese tiempo, los congeló y los observó con el microscopio. Ahí notó que los cristales del agua que había recibido una energía positiva tenían una forma perfecta, mientras que los cristales del otro bote ni siquiera tenían una forma definida. Y esto mismo hizo con el arroz.
Lorena Capetillo siguió este experimento y lo realizó junto a su familia. La idea era analizar las consecuencias de las palabras en el cuerpo humano a través de dos frascos de vidrio que contienen una porción de arroz cocido. Uno está etiquetado con palabras positivas y el otro con mensajes negativos para luego ir observando cómo seguían con el tiempo.
«Buenos días! Les comparto una linda idea de experimento que nos dio una amiga para hacer en familia. El objetivo es darnos cuenta que con nuestros pensamientos y palabras podemos dañar o construir. Ya que estamos conformados en parte por más de 70% de agua y este es un elemento extremadamente receptivo, con nuestro poder del corazón podemos alterar incluso la molécula del agua», comenzó explicando la conductora del «Dedicados».
¿Cuál fue el resultado?
Durante varias semanas, nuestra querida Lorena estuvo realizando el experimento con sus hijos para ver los resultados. «Estas fotos que les dejo son después de 3 semanas de este experimento en donde pusimos arroz cocido al agua en 2 frascos, uno etiquetado con palabras de amor y el otro con palabras de odio», detalló en la publicación.
Y agregó: «Cada día a uno le cantábamos lindas canciones (peinándola jevi, si) o decíamos palabras lindas, abrazábamos al frasco, etc y al otro todo lo contrario o a veces ni siquiera le hablamos. La verdad es que quedé impactada con esto y mis hijos también, porque al pasar los días el primer frasco se mantenía intacto, mientras que el otro se empezó a podrir… así entendemos la importancia de cuidar nuestras palabras e intenciones de corazón y pensamientos hacia nosotros mismos y ante otros».
Como conclusión, expresó que la idea de compartir el experimento es motivar a otros para que lo intenten en sus hogares. «Ha sido una experiencia tan bonita que quise compartirla con ustedes por si se animan a hacerlo con sus hijos en casa. Es un experimento bien conocido y pueden encontrar variantes de este en Internet también. Si podemos hacerle esto a un puñado de arroz, imaginemos mejor las cosas buenas que podríamos hacer en el mundo por nosotros y hacia otros», puntualizó.
Y tú, ¿probarías este experimento?