La práctica masturbatoria se ha incorporado al encuentro sexual en pareja, ya no como forma contraria al acto sexual en sí mismo, sino como complementaria. Es un juego muy erótico que, a su vez, ayuda a perder el miedo y la vergüenza a ser observados, favorece al conocimiento y la confianza mutua.
Conocerse más
Para incorporar el petting –las caricias proporcionadas en pareja– se puede comenzar con una luz tenue, semivestidos y un lubricante para aumentar las sensaciones. A medida que se van tocando- y desvistiendo- es conveniente que aumente la comunicación verbal entre ambos, para que el otro sepa los gustos y preferencias del compañero.
Hay algunos factores para tener en cuenta:
-La estimulación simultánea: la masturbación puede practicarse mutuamente entre los integrantes de la pareja, y no solamente por turnos.
-Punto justo: conocer el cuerpo de tu pareja, sus genitales, sus zonas erógenas es una exploración sumamente excitante. Que él toque, bese, acaricie y frote clítoris y senos y que ella haga lo mismo con los testículos, el perineo y el pene.
-Mirar y dejarse mirar: parte del desafío es derribar las barreras de la vergüenza y entregarse a la excitación que provoca ver al compañero gozando. Una especie de voyeurismo que traerá satisfacción sexual para ambos.
-Buscar poses nuevas: encontrar las posturas más cómodas y sensuales para tocarse mutuamente es parte del juego del descubrimiento en pareja.
Extractos del coleccionable «Las 1.000 preguntas que siempre te hiciste sobre sexo» del doctor Juan Carlos Kusnetzoff, médico psiquiatra y sexólogo.