Un nuevo estudio de la Universidad de Rochester, que parte del análisis de 1.130 millones de tuits de 352.000 usuarios, concluyó que las personas más introvertidas son las que más usan emoticones, aunque el 25% de ellos son malinterpretados por los receptores.
«A las personas introvertidas los gusta más la ambigüedad y no quieren dar mensajes explícitos. Si hablan con emojis parece que no se muestran tanto. Es una forma de control de la comunicación», señaló una de las autoras de la investigación. «A veces usamos estos rostros por destensar una situación o calmar los ánimos, o simplemente para mostrar una buena sintonía con el interlocutor».
El estudio también puso de relieve que los rostros con besos o los corazones se vinculan a personas amables y que las personas inestables emocionalmente suelen utilizar rostros que denotan exageración (cara cansada, cara a la inversa, cara que derrama un mar de lágrimas o la de los ojos girados).
Las interpretaciones del 25% de los emoticones, sin embargo, van en el sentido inverso del que desea el emisor, según determinó el estudio. Por ejemplo, al mostrar una cara sonriente que se interprete como una burla; mientras que la representación de una cara sonriente con la boca muy abierta y los ojos cerrados, corresponde al emoticon que genera más desacuerdo.
El 44% de los participantes lo etiquetaron como negativo y el 54%, como positivo, hecho que implica una clara falta de consenso.
Así, hay mucha ambigüedad en estos conceptos y, por lo tanto, si el emisor o el receptor no comparten el mismo universo simbólico o códigos culturales, los más probable es que los mensajes sean mal interpretados.