La supermodelo compartió en su libro autobiográfico «Lessons: My Path to a Meaningful Life» donde comparte distintos momentos de su vida y uno de los que más la marcó fue su primer show de moda internacional donde cuenta rompió en llanto al saber que tenía que desfilar sin parte de arriba para el desfile de Alexander McQueen en 1998.
Fue su primer show internacional y la modelo brasileña cuenta que no lo podría creer que fuera luciendo la ropa de tan prestigioso diseñador, pero que le pareció extraño que en un principio no tuvo que ir a ninguna prueba de ropa antes del show. El mismo día del desfile cuenta que tenía tres looks que desfilar: El primero era un atuendo plateado, el segundo un vestido y el tercero era sólo una falda.
En ese tiempo una Gisele de 18 años preguntó al equipo donde estaba la polera del conjunto donde le respondieron que no había una. Ahí fue cuanto comenzaron a correrle las lágrimas porque se sentía preocupada de lo decepcionados que estarían sus padres con ello, pero se encontraba en una encrucijada al sentir que si rechaba modelar el atuendo su carrera en modelaje terminaría.
Gisele cuenta que ahí fue cuando apareció un ayuda inesperada, la maquilladora del desfile dijo que iba a pintarle un top con solo maquillaje con el que decidió desfilar, en el libro reflexiona que si no hubiera sido por ello, lo más probable es que hubiera dicho que no modelaría.
Además recuerda que el show iba a tener lluvía por lo que «nadie podría notar si era lluvia o lágrimas lo que corría por su cara».
En su relato cuenta que en esa época no sentía cómoda con ella misma. «Era una buena niña, muy masculina al vestir. Era alguien con grandes pechos y estaba avergonzada de ello desde la pubertad. Era una niña que temía cómo se sentiría mi familia al punto de que no me volvieran a hablar. Estaba aterrorizada».
En estas memorias Gisele no se guarda nada, compartiendo su lucha con la ansiedad, pensamientos suicidas.