La Universidad Médica de Graz, en Australia, realizó un estudio con 2 mil 299 participantes que explica por qué la primavera es la estación del amor, como se le tiende a denominar.
Su llegada supone un aumento de las horas de luz, la exposición de la piel a los rayos solares y, por lo tanto, la secreción de la vitamina D.
La investigación en cuestión reveló que los voluntarios con más altos índices de vitamina D presentaron también un mayor nivel de testosterona y, en consecuencia, experimentaron un incremento voraz en la libido.
Ello, sumado a que en los meses calurosos aumenta la producción de hormonas como feromonas y melatonina, mientras que la exposición a la luz potencia la secreción de endorfinas en ambos sexos.
Todos ellos, neuropéptidos que alivian el estrés, despiertan el ánimo y estimulan la respuesta sexual en el organismo.