Tan grande era el deseo de tener un hijo que Jessica Jenkins acudió a su propia madre para poder tenerlo, ya que ella quedó infértil al padecer de cáncer al cuello del útero cuando tenía sólo 18 años. Sin embargo, antes del tratamiento congeló algunos de sus óvulos para que en el futuro le fueran implantados a un vientre sustituto, que en este caso fue Julie, su mamá.
Todo partió cuando en mayo pasado Jessica y su marido Rees decidieron convertirse en padres, por lo que recurrieron a Julie, la madre de la joven, para que les prestara su vientre. De esta forma, uno de los embriones fue descongelado e implantado en el útero de la mujer de 44 años.
Lo genial es que el embarazo se logró y transcurrió sin ningún problema, y fue el pasado 2 de diciembre que nació Jack, el saludable hijo de la joven pareja que pesó 3 kilos.
«Mi mamá es la más valiente y fantástica mujer en el mundo. La amo demasiado por haberme dado a mi hijo», dijo Jessica, según publicó el «Daily Mail». Y agregó que «Jack es perfecto en todo sentido».
En tanto, su madre, Julie, manifestó que se sentía «honrada» de haber dado a luz a su nieto. «Cuando el cáncer le robó la oportunidad de tener a su propio hijo, todos quedamos con el corazón destrozado», recordó. Y sostuvo que no lo pensó dos veces cuando Jessica y su marido se lo pidieron.