Tóxicas, asfixiantes, demandantes… Algunas relaciones sentimentales pueden ser un viacrucis. Sin embargo, cuando decidimos terminar con ellas, hacerlo tampoco es fácil. ¿Por qué?
La ciencia, como en otros tantos asuntos, se ha planteado saber por qué cuesta tanto acabar con una relación. Y ha obtenido una respuesta tras analizar a más de 1.500 personas.
Según el estudio publicado en «The journal of personality and social psychology», la causa más probable de por qué cuesta terminar una relación, es por una especie de altruismo. Es decir, quien quiere romper podría estar preocupado por los sentimientos de la otra persona, lo que lo llevaría a mantener la relación.
“Cuando las personas percibían que la pareja estaba muy comprometida con la relación era menos probable que iniciaran una ruptura”, explicó Samantha Joel, investigadora de la Western University de Ontario (Canadá).
Y esto pasaría incluso con aquellas personas que no están satisfechas o entregadas a la relación. “En general, no queremos herir a nuestras parejas y nos preocupa lo que quieren”.
Además, el estudio reveló que cuanto más pensaba una persona que su pareja era dependiente de ella, menos probable es que le dijera adiós.
Con esta conclusión, se demuestra que el ser humano es prosocial, es decir, está predispuesto a ayudar a los demás, anteponiendo incluso por sobre su felicidad el no hacer daño a la pareja.
A pesar de todo, los investigadores no descartan que las personas tengan percepciones erróneas sobre su pareja o la relación. “Podría ser que está sobreestimando cuán comprometida está la pareja y cuán dolorosa sería la ruptura”, advierte Joel.
Asimismo, el comportamiento prosocial podría perjudicar a las personas que están en la relación. Si la relación mejora con el tiempo, explica Joel, está bien mantenerse. Si no, se ha extendido una relación sin necesidad