Quejarse continuamente no resuelve ningún problema, más bien te hace estar en un constante estado de tensión en el que solo logras frustrarte más. ¿Significa eso que no deberías quejarte nunca? No, más bien que hay que enfocar de otro modo las quejas.
El proceso que deben seguir las quejas constructivas cuenta con tres fases:
- En lugar de comenzar por un punto negativo, empieza por uno positivo.
- Procura expresar tu queja de forma simple y sin herir emociones.
- Termina con otro punto de vista positivo para incentivar que los cambios lleguen.
Las quejas no son en sí mismas algo malo. Intentar que las cosas cambien depende en buen grado de ti y de tu relación con los demás. Y atentas porque la cortesía y la educación pueden ser un grandes aliadas para conseguir tus propósitos.