Se trata de una forma de hacer running que gana cada vez más adeptos, aunque se recomienda ir de poco.
Y es que correr sin zapatillas aumenta el rendimiento del ejercicio, ya que involucra toda la musculatura del cuerpo en la carrera. Además, la ausencia de un sistema de amortiguación extra, como son las suelas de las zapatillas, obliga al aparato locomotor a trabajar para reducir el impacto de la carrera en el cuerpo.
Por otro lado, para los corredores ‘descalcistas’ quitarse las zapatillas sólo tiene beneficios. Entre ellos, que el runner irá más alerta a cualquier incidencia del terreno para esquivar posibles peligros como cristales o clavos.
Por lo tanto, de forma inconsciente correrá mucho más atento a la pisada y a la zancada, la mente estará más centrada en el momento de la carrera y el corredor podrá mejorar el conocimiento de su propio cuerpo, así como optimizar por sí mismo su técnica de carrera.
Pautas para comenzar a correr descalzo:
- Cualquier superficie es válida para correr descalzo, pero no todas son igual de agradables. En los primeros pasos, lo ideal es empezar en zonas con césped natural o artificial, o en la arena dura de la playa. Tras un periodo de iniciación, las carreteras bien pavimentadas son un terreno perfecto para grandes distancias.
- Recién al empezar, el reto debe ser completar un kilómetro de distancia. Aunque a medida que el cuerpo se acostumbre, es posible ampliar el trayecto. Eso sí, los primeros meses será necesario controlar bien los tiempos de carrera para evitar lesiones y ampollas.
- Además de pisar primero con la parte delantera del pie, la zancada debe ser de menor longitud y mayor frecuencia para reducir el impacto contra el suelo.
- Con disciplina y constancia se puede adaptar el cuerpo en poco tiempo a correr descalzo. La periodicidad recomendada por los expertos para practicar running sin zapatillas es de tres días por semana, dejando siempre un día de descanso entre cada sesión. Así se evita el recalentamiento de los pies y se mantienen cuidados.