Psicólogos de la Universidad de Leicester (Reino Unido) determinaron que las personas que se ven expuestas a imágenes de animales “bebés” reducen su apetito y deseo por ingerir carne, teniendo mayor efecto en mujeres que en hombres.
El estudio publicado por la revista científica Anthrozoös, se realizo bajo tres fases de medición, donde se sometió a un grupo de personas (no determinado) a diversas imágenes de animales y platos de comida en base a carne.
Según destaca la investigación, en la primera fase de observación a los voluntarios se les mostraron imágenes de animales adultos y animales bebés, consultando cómo variaba su apetito tras la exposición. Esta no reveló gran variación de cambios en el deseo por comer carne de las personas. En el caso de los hombres no hubo diferencias, mientras que en las mujeres fueron escasas.
En la segunda etapa experimental presentaron a los participantes la foto de un plato cocinado y la emparejaron con otra de un animal familiar (vaca o ternero) o uno exótico (canguro o cría). Luego se les indicó que la carne provenía de ese animal. “Encontramos que los hombres y las mujeres diferían en lo apetitosos que consideraban los platos de carne, cuando ésta se combinaba con la imagen de un animalito. Las mujeres tenían un apetito mucho más bajo que los hombres, independientemente de si era de origen familiar o exótico”, destacaron en el documento.
Una tercera fase se concentró únicamente en mostrar retratos de animales pequeños a los observadores. Aquí se evidenciaron con mayor notoriedad los cambios en el deseo por comer carne, siendo este más evidente en las mujeres.“Sentir ternura hacia un bebé animal parece ser una fuerza que frena el apetito por la carne, especialmente en las mujeres”, destacó Cecilie Olesen, investigadora, dentro de las conclusiones.
En general, el efecto de mirar hacia una foto de un animal bebé era más fuerte en mujeres que hombres. Los investigadores indicaron que esto se encontraba en línea con estudios previos, los cuales demostraban que ellas son más sensibles hacia el cuidado de los menores y más ambivalentes sobre la ingesta de carne que los hombres.
“Nuestros resultados resaltan, derechamente, una tensión en algunos humanos, la cual se debate entre el cuidado de los animales bebés y el apetito por la carne”, concluyeron.