Según un reciente estudio, las selfies podrían estar modificando nuestra memoria y no en un buen sentido.
Así lo concluye un estudio de la Univesidad de Hull, Inglaterra. Y es que según su autora, la sicóloga Giuliana Mazzoni, el hábito de fotografiar todo el tiempo puede ocasionar serias consecuencias en la capacidad de recordar, así como crear conflictos de identidad en las personas.
“En general, tomar fotos incesantemente y rápidamente baja el nivel de atención hacia lo que estamos fotografiando, sea un objeto, un paisaje o una persona”, expresó Mazzoni.
“Esas experiencias o personas se volverán, por lo tanto, menos memorables, simplemente porque los recuerdos sobre esas situaciones son menos accesibles”, agregó la experta.
En ese sentido, tomar fotos en vez de vivir la experiencia, genera una menor codificación de esos eventos en la memoria.
Asimismo, otro de los problemas según el estudio es la falta de espontaneidad de las fotos. “Las poses no son naturales y a veces la imagen de la persona se ve distorsionada. Esas fotos también reflejan una tendencia narcisista que nos lleva a gestos forzados o sonrisas artificialmente amplias”, dice Mazzoni.
Es decir, estas fotos no reflejan quienes somos realmente y, por lo tanto, si dependemos de las selfies para recordar nuestro pasado y saber quienes somos, podemos “acabar creando una autoidentidad distorsionada en base a la imagen que queremos dar a los demás”.