Investigadores de la Universidad de Cambridge realizaron un estudio y determinaron que el sexo del bebé afecta el metabolismo de la madre y, por lo tanto, puede influir en el riesgo de complicaciones durante la gestación.
Lo anterior, debido a que el sexo del embrión controla el nivel de moléculas en la sangre de la mujer embarazada, conocidas como metabolitos, lo que puede explicar por qué los riesgos de algunas enfermedades durante los nueve meses de embarazo.
Los hallazgos ayudan a entender, por ejemplo, por qué los bebés varones en el útero pueden ser más vulnerables a los efectos del crecimiento deficiente, y por qué el embarazo de una niña puede conducir a un mayor riesgo de eclampsia para la madre.
El estudio fue llevado a cabo con más de cuatro mil madres primerizas, de quienes se analizaron muestras de placenta y sangre materna.
Durante la investigación, se descubrió que el perfil genético de las placentas de los bebés de ambos sexos era muy diferente, pues muchos de los genes en la placenta que diferían según el género, no se habían identificado previamente.
Por lo tanto, el equipo de especialistas determinó que uno de estos genes placentarios únicos relacionados con el sexo controlaba el nivel de una pequeña molécula llamada espermina (metabolito), una sustancia involucrada en el metabolismo que desempeña un papel importante en todas las células e, incluso, es esencial para el crecimiento de algunas bacterias.
El estudio encontró que las madres embarazadas de niñas tenían niveles más altos de una forma de espermina en la sangre, en comparación con las embarazadas de varones.
Asimismo, se halló que las células placentarias de los niños eran más susceptibles a los efectos tóxicos de un medicamento que bloqueaba la producción de espermina, lo que proporcionó evidencia experimental directa para las diferencias relacionadas con el sexo en el metabolismo placentario de la molécula.