Según lo concluyó una investigación publicada en Heart, la revista de la Sociedad Británica Cardiovascular, tomar una siesta puede reducir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco.
Al menos, si se toma la siesta una o dos veces a la semana.
En concreto, el estudio reveló que, comparado con quienes no suelen dormir siesta, los que sí duermen (después de comer) tienen un 50% menos de posibilidades de sufrir un ataque al corazón.
Esto, ya que la siesta ayudaría a prevenir la aterosclerosis, así como la acumulación de placa (grasas, colesterol y otras sustancias) en las paredes de las arterias, lo que provoca un estrechamiento y endurecimiento de las mismas.
Algo que, en muchos casos, es provocado por la falta de sueño.
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Qué se analizó
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron la relación que existe entre la frecuencia de la siesta y su duración media, con el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Entre ellas, insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular o ataque cardíaco.
De este modo, se observó que la siesta ocasional, una o dos veces por semana, se asociaba con una reducción a la mitad en el riesgo de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca (48%). En comparación con aquellos que no durmieron siesta.
Asociación que se mantuvo, incluso, al tomar en cuenta otros factores que podían influir potencialmente. Por ejemplo, la edad, duración del sueño nocturno, la presión arterial alta o el colesterol.
Y tampoco cambió teniendo en cuenta la somnolencia diurna excesiva, la depresión o dormir regularmente durante al menos seis horas por noche.
El análisis se desarrolló en Suiza y siguió a 3.462 personas, de entre 35 y 75 años, a lo largo de cinco años.
Solo se constató sobre efectos adversos en personas mayores de 65 años, que sufrían apnea del sueño severa.