Un pionero estudio de neurocientíficos de la Universidad Estatal de Michigan, EE.UU., concluyó que pasar mucho tiempo en lugares con poca luz puede volvernos más torpes, ya que perjudica la estructura del cerebro, y causa daños en nuestra capacidad de aprender y recordar.
El equipo investigador llegó a esta conclusión tras examinar los cerebros de las ratas africanas de la hierba (que, al igual que los humanos, son diurnas y duermen por la noche), luego de exponerlas a la luz tenue y brillante durante cuatro semanas.
Las ratas expuestas a la luz tenue perdieron un 30% de la capacidad en el hipocampo, una zona crítica del cerebro para el aprendizaje y la memoria, además de mostrar un desempeño pobre en una tarea espacial con entrenamiento previo, en comparación con el grupo de control.
“Dado que se realizan menos conexiones, esto reduce el aprendizaje y el rendimiento de la memoria que depende del hipocampo”, señaló Joel Soler, coautor del estudio, publicado recientemente en la revista «Wiley online library».
Ello, mientras que los roedores expuestos a la luz brillante (segundo grupo) tuvieron una mejora significativa en la tarea espacial.
La buena noticia es que, una vez que las primeras ratas fueron expuestas a la luz brillante durante cuatro semanas (después de un descanso de un mes), su capacidad cerebral y el rendimiento en las tareas se lograron recuperar por completo.