Un nuevo estudio de la Universidad de Helsinki, en Finlandia, revela que instintivamente los perros quieren que sus compañeros humanos sean felices, puesto que cuando están bajo la influencia de la oxitocina, conocida como la «hormona del amor», los caninos se sienten más atraídos por las expresiones alegres y por los rostros sonrientes que por los enojados.
De acuerdo al proyecto de investigación Canine Mind, centrado en los estudios emocionales y cognitivos de la mente canina, la oxitocina que modula comportamientos sociales y se relaciona con las muestras de confianza y generosidad, “influye en lo que el perro ve y cómo experimenta lo que ve».
Además, el estudio asegura que la hormona es un factor clave en la interacción entre perros y humanos.
El estudio
Se analizó a 43 perros, a los cuales se les mostraron imágenes de rostros sonrientes y enojados en una pantalla. Cada canino fue probado dos veces: una vez bajo la influencia de la oxitocina, que se administró como parte de la prueba y otra vez sin oxitocina.
Utilizando un hardware de seguimiento ocular basado en infrarrojos, los científicos midieron el tamaño de las pupilas y monitorearon las reacciones de los perros mientras observaban las imágenes.
Cuando no se encontraban bajo la influencia de la oxitocina, las pupilas de los perros se agrandaron al observar los rostros serios o enojados, lo que indicó que sin esa hormona, en un estado natural, es para ellos el elemento más relevante.
Por su parte, cuando los perros estuvieron bajo el efecto de la oxitocina y observaron las imágenes, sus pupilas también se agrandaron, y a su vez mejoraron el estado emocional de los caninos, lo que indicó que la hormona probablemente hizo que las caras enojadas parecieran menos amenazantes y las caras sonrientes más atractivas.
«Ambos efectos promueven la comunicación perro-humano y el desarrollo de relaciones afectuosas», precisó el profesor Outi Vainio, quien lideró el grupo de investigación.