Impacto y revuelo ha causado la publicación de una carta escrita por el doctor Juan Eduardo Donoso, médico que recibió en el Centro de Salud Familiar (Cesfam) de Alerce a Sophia, la menor de un año y once meses que murió por abusos y maltratos de parte de su padre.
En el crudo relato, el doctor Eduardo Donoso recordó el momento en el que se encontró con Sophia como «una de mis peores pesadillas», luego de que la lactante tuviera un paro cardiorrespiratorio por lo que tuvo que ser reanimada: «Un paro cardiorrespiratorio en niños pequeños no es algo que ocurra todos los días en el contexto de mi trabajo, por lo que siempre se trata de una situación especial». explica el médico.
Con el título “La muerte de Sophia es sólo la punta de un gran iceberg”, artículo publicado el blog «Supermadre», y que ha sido compartido a través de las redes sociales, el médico reflexiona sobre el caso de Sophía y el maltrato infantil: «¿Cuál es el límite? ¿Golpear a un niño de forma “correctiva”? Eso no existe. Nadie lo merece, menos tu hijo. ¿Golpear hasta causarle heridas? ¿Hasta quebrarle un hueso? ¿Hasta matarlo? ¿Abusarlos sexualmente y matarlos es una opción?», señala Donoso.
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La muerte de Sophia es sólo la punta de un gran iceberg
Han pasado ya varios días desde aquel Jueves en el cual salí en ambulancia a buscar a una pequeña niña que estaban reanimando en un consultorio de la ciudad. Un paro cardiorrespiratorio en niños pequeños no es algo que ocurra todos los días en el contexto de mi trabajo, por lo que siempre se trata de una situación especial.
En el consultorio de Alerce me encontré con la peor de las pesadillas: una lactante cruelmente violentada, hasta el punto de causar su muerte.
De los aspectos médicos no hay mucho que decir, la prensa ya ha dicho mucho. De otros temas relacionados a las lesiones de Sophie no puedo emitir comentarios, ya que como médico es mi deber velar por la privacidad del paciente.
Tampoco me referiré a otros temas como la naturaleza de las lesiones, ya que también forma parte de la investigación del caso.
Ni la peor de las películas de terror es tan fuerte como las imágenes que quedaron en las retinas del grupo de personas que intentó devolverle la vida esa tarde.
Sophia es la punta de un gran Iceberg
Como médico de urgencias he visto muchos actos de violencia de todo tipo contra niños, adultos y ancianos. La exposición a estos hechos, repetida en el tiempo, te va poniendo la piel dura y el corazón de piedra. Algo que le ocurre en forma inevitable a la mayoría de las personas que deben tratar con situaciones de violencia.
¿Cuántas veces hemos visto niños con lesiones que no son accidentales?
Probablemente muchas veces, particularmente cuando trabajamos con poblaciones vulnerables (ancianos y niños en situación de abandono social) hemos visto lesiones asociadas al maltrato. ¿Qué hacemos como sociedad frente a hechos de violencia que pasan todos los días frente a nosotros?
Recuerdo aquella vez con mi familia que estábamos en una clínica del sector oriente de Santiago y había una mujer tirándole el pelo y gritando a su hijo. Mi señora le pidió que dejara de agredirlo, que su hijo no necesitaba que ella hiciera eso. La Mujer se molestó con mi señora y le contesto agresivamente.
El argumento de la mujer fue que el hijo era de ella, por lo que ella estaba en su derecho de castigarlo de la forma que encontraba conveniente. “Es MI hijo” – le dijo, yo hago lo que quiero.
¿Es apropiado o correcto agredirlo para que se porte bien? ¿Está bien golpearlo para que deje de llorar?
La gente no entiende a golpes, menos aún los niños.
¿Cuál es el límite? ¿Golpear a un niño de forma “correctiva”? Eso no existe. Nadie lo merece, menos tu hijo.
¿Golpear hasta causarle heridas? ¿Hasta quebrarle un hueso? ¿Hasta matarlo? ¿Abusarlos sexualmente y matarlos es una opción?
Sophia es sólo una niña de los millones de niños que día a día son golpeados y agredidos, niños en con familia, niños que viven en la calle, niños que son obligados a prostituirse (que en realidad son niños violados), niños del SENAME abusados sexualmente o violentados por sus cuidadores o personas cercanas.
La muerte de Sophie con mirada de papá
Al terminar mi turno y llegar a casa, al abrir la puerta abracé a mis hijas y les dije que las amaba. Probablemente nunca las había abrazado tan fuerte y no entendieron por qué.
Mi niñas preguntan por qué en los autos y las calles hay globos blancos, aún no logro encontrar las palabras adecuadas para explicarles.
Como papá nunca podré entender a un asesino o violador de niños, me parecen situaciones con un grado de violencia que sobrepasan mi capacidad de comprensión. Actos de esa naturaleza son mi peor pesadilla como padre.
Imaginé las caras de mis hijas en el cuerpo de Sophie y lloré. Mi primer pensamiento fue agredir al culpable si lo tuviese frente a mi, afortunadamente Carabineros ya lo tenía esposado, lo que me dió cierto alivio.
Aunque muchas personas no lo crean, el sistema aún funciona. Vi cómo múltiples instituciones comenzaron a trabajar rápidamente, lamentablemente era demasiado tarde para Sophie. Todos estábamos alineados.
¿Pena de muerte para abusadores de niños?
No soy la persona indicada para hablar de castigos (legales), desde el punto de vista humano no logro entender que un castigo apropiado sea matar a alguien, sacarle los ojos o cortarle los genitales. Distintas frases que he escuchado como escarmiento a los abusadores o agresores de niños.
¿Cuál es el castigo que merecen los abusadores de menores?
Como sociedad lo primero que necesitamos es olvidar que es un tema legal, es un tema de sociedad. Somos nosotros los que tenemos que velar por que los niños no sean violentados y denunciar abusos. Pero principalmente que el mal trato hacia los niños, desde los básicos, desde abajo, no sean comunes. Tirones de pelo, cocachos, palmadas, etc. deben ser erradicadas hasta causarnos extrañeza. Hasta generar desaprobación total. Desde abajo atacamos la violencia, desde las micro agresiones que vemos a diario y ya no nos abruman. Los niños no son “seres a los que hay que corregir”
Como sociedad no lograremos nada administrándole una inyección letal a un abusador o asesino, pero el estado tendrá que determinar cuales son las mejores formas de alejar a estas personas del resto de la sociedad.
Nuestro rol debe ser evitar que se repitan estos actos de violencia desde los micro hasta los macro, contra Sophia y todos los otros niños que día a día sufren de violencia, esos de los que aún no nos enteramos.