Beyoncé no para: ahora, consiguió que la ciencia avale lo que Drunk in love anunciaba: el de estar borracha, pero de amor.
Estar borracho y estar enamorado tienen unos efectos similares sobre nuestro cerebro.
Pero cuidado, porque ambos terminan en resaca. Tanto el amor como el alcohol nos hacen sentir felices e invencibles, pero cuando sus efectos pasan, la tristeza nos invade.
El estudio, publicado en Neuroscience and Biobehavioral Reviews, explico que los enamorados y los borrachos se vieron despojados del estrés y se sumieron en una felicidad plena.
“Pensamos que merecía la pena explorar este asunto, así que investigamos en los efectos del alcohol y la oxitocina. Las similitudes son sorprendentes”.
Aunque el alcohol y el amor se dirigen a partes diferentes del cerebro, generan transmisiones similares en el cortex prefrontal y en las estructuras límbicas del cerebro, encargadas de controlar cómo actuamos ante el estrés y la ansiedad.
“Entender cómo la oxitocina altera el comportamiento podría tener grandes beneficios”, explica uno de los miembros del equipo de investigación, llevada a cabo por la Universidad de Birmingham.
El doctor Steven Gillespie no cree que la oxitocina termine por ser un sustituto para el alcohol. “Sin embargo, es un neuroquímico fascinante que, al margen de asuntos relacionados con el corazón, puede usarse en tratamiento de problemas psicológicos y psiquiátricos”.
Al parecer el amor no solo emborracha y enloquece, sino que quizás pueda ser una -paradójica- cura para la mente.
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