Durante diciembre de 2018, se supo que Meghan Markle y el príncipe Harry habían decidido mudarse a Frogmore Cottage, casa ubicada en Windsor, con el objetivo de tener más privacidad.
Sin embargo, la mudanza aún no se concreta, a pesar de que a estas altura el matrimonio ya debería estar viviendo en su nuevo hogar. Esto debido a algunos detalles de la remodelación que han retrasado la mudanza.
Más de dos mil millones de pesos chilenos (tres millones de dólares) serían los que han sido destinados a la remodelación de la vivienda, cuyos cambios incluyen un estudio de yoga, nuevas chimeneas en las habitaciones principales, una zona de comedor de cocina, estanterías, y una serie de otros cambios.
Pero la «peor pesadilla» que ha sufrido la pareja durante estos trabajos, es el ruido de los aviones. Es por esto que el aislamiento acústico de la residencia se ha vuelto un eje fundamental, y debe estar listo antes de hacer efectiva la mudanza.
Según consignó el medio británico Daily Mail, la pareja está dispuesta a gastar 58.000 euros (44 millones de pesos chilenos) para insonorizar la propiedad. Cifra que saldría directamente del bolsillo del príncipe.
Las medidas se incluirían ventanas con triple acristalamiento para bloquear el sonido de los 14 vuelos que sobrevuelan la zona una milla a la redonda de su casa, cada media hora. Esto producto de la cercanía con el Aeropuerto Internacional Heathrow de Londres.
Todos estos trabajos podrían demorar hasta 4 semanas más de lo previsto inicialmente. Esto significa que Meghan Markle podría mudarse sólo unos días antes de dar a luz a su primer hijo.