Uno de los temas más complejos a la hora de ser papás y mamás, es cuando los hijos crecen y es momento de dejar la casa. O por el contrario, los niños ya están muy grandes y aún no se van ¿Qué hacer en ambos casos?
El síndrome del nido vacío
Por un lado está el síndrome del nido vacío, que le sucede a muchos papás cuando los hijos dejan la casa. Ya que, las personas que los papás tienen más cerca, dejan de estarlo y esto puede provocar algunos cambios psicológicos importantes.
Sin embargo, hay algunas claves para superarlo. En primer lugar, es importante que aceptes los nuevos horarios de tus hijos. Trata de evitar comparaciones con tus horarios y dale tiempo para que se adecue.
También se recomienda mantener el contacto. Ya sea a través de visitas, llamadas, video llamadas o mensajes por WhatsApp. La idea es que pese a que ya no viven contigo, no los sientas lejos. Aunque hay que tener ojo en no ser muy insistente.
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Otra recomendación que entregan los expertos, es buscar apoyo, ya sea en tu pareja o en el resto de tu familia. Puedes ver esto, como una oportunidad, para fortalecer los lazos con tu pareja y hacer cosas nuevas. Organizar salidas en parejas, algunas comida, etc.
Finalmente se recomienda, pensar en positivo. Piensa en el tiempo libre que vas a tener y todas las cosas buenas que vas a poder hacer.
El síndrome del nido lleno
Por su parte, también está el síndrome contrario al del nido vacío, y es cuando los hijos ya son muy grandes (más de 30 años) y aún no se van de la casa. O también puede suceder luego de la separación de tu hija o hijo que vuelven a la casa luego de estar fuera.
Es muy importante, especialmente en el segundo caso, que le entregues tu apoyo a los niños, ya que es muy probable que ellos estén pasando por una situación incómoda. De hecho, para muchos, volver con los papás, les da una situación que los hace sentir fracasado, pudiendo llegar incluso a una depresión.
Sin embargo, es importante que los hijos también tengan consideración con los papás, ya que, en este momento, ellos están ayudándolos en esta etapa, y ya no es un deber tan marcado, como en los años anteriores.
En el caso de los hijos o hijas que son muy grandes y aún no se van de la casa, es importante que le des confianza. Que puedan asumir sus responsabilidades y tomar decisiones. Y aunque es difícil, siempre es mejor hablar con honestidad.