«Verguenza de volar», así se llama el movimiento que saca a relucir el enorme impacto que tiene para el medioambiente el transportarse en avión. Esta iniciativa, se hizo especialmente conocida a través de la activista de 16 años, Greta Thunberg.
A través de un gráfico, el diario «The Economist» muestra el volumen de los pasajeros en los vuelos nacionales de Suecia, que ha caído en un 8% durante este año. Lo anterior, continúa con una tendencia que ya venía al alza en 2018.
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Para los vuelos internacionales, en tanto, la cifra es de 2,8% de caída, pero aún así es una tendencia clara.
A través de este movimiento, la activista se ha convertido en una de las principales voces en contra del cambio climático, manifestando en varias oportunidades su rechazo a volar.
De hecho, Greta siempre viaja en tren, y en estos momentos, se encuentra viajando a través del océano Atlántico hacia Estados Unidos en un velero, con cero emisiones tóxicas al ambiente.
Greta irá a Nueva York, donde asistirá a la Cumbre de acción climática, para luego bajar por Sudamérica para llegar a Chile y asistir a la próxima COP 25.
Cambiar el avión por el tren
Según la compañía pública de ferrocarriles de Suecia, quienes optan por usar el tren han aumentado de un 20% a una 37%.
Lo anterior, se debe a que la huella ecológica del tren es menor: consume menos combustibles fósiles y la mayor parte de las líneas están electrificadas. Según señala CNN Chile, viajar en tren un pasajero emite 14 gramos de dióxido de carbono (CO2) por km, en comparación con 285 gramos emitidos si se desplaza en avión (dxe 88 pasajeros app).
Además, al quemar combustible, los aviones liberan vapor de agua y óxido nitroso, gases de efecto invernadero.
El “flygska”, como también es conocido el movimiento, tuvo en Suecia entre sus primeros impulsores, además de la mamá de Greta (una famosa cantante de ópera), al medallista de oro olímpico y ahora comentarista Bjorn Ferry, conocido por viajar cientos de km en tren a eventos deportivos y negarse a volar debido al cambio climático.