Algunos dicen que el mundo se divide en dos clases de personas: las que duermen con calcetines y las que duermen descalzas.
Podrías pensar que se trata de un simple hábito adquirido, pero este hábito habla más de ti de lo que puedes imaginarte.
Las personas que sienten la necesidad de dormir con calcetines (y en general de dormir abrigados) usualmente buscan ser protegidos. Si eres uno de ellos, lo más probable es que adores los lugares acogedores y busques establecer relaciones profundas y muy íntimas con otras personas. No te incomoda ceder algo de tu espacio personal a los otros y el contacto físico como los mimos, las caricias y los abrazos te hacen feliz.
Si duermes sin calcetines tienes una predisposición biológica a conservar y generar calor y por eso te sobran los calcetines. Además de sentirte en libertad y a gusto en el contacto con las sábanas, dejas respirar los poros de tu piel, distensionas los músculos de tus pies y no hay ninguna prenda que oprima tus tobillos o piernas dificultando la circulación de la sangre.
Sin embargo, no todo es físico. Ser menos sensible al frío también está relacionado con la forma en que te relacionas con tu entorno y percibes los estímulos externos. Seguramente eres del tipo de personas más independientes. Valoras enormemente tu espacio personal y entras en contacto con los demás sólo cuando estás dispuesto a interactuar. En una relación tenderás a asumir el rol protector, eres franco y en ocasiones retador; esa es una de las maneras en que expresas tu cariño a los demás, aunque no siempre lo entiendan. A pesar de que parezca contradictorio por tus actitudes de persona demasiado independiente, sabes muy bien cuidar de los demás.