El queso, como otros productos lácteos, contiene altos niveles de grasas saturadas que se relacionan con elevados niveles de colesterol, arteriosclerosis y otros síntomas relacionados a las propiedades negativas de estos alimentos.

Sin embargo, al ser una importante fuente de calcio por un lado, y gracias a las proteínas y  a la fuerte presencia del ácido linoleico conjugado (CLA) que posee, es que se puede relacionar al queso con la prevención de infartos y enfermedades coronarias.

En efecto, el estudio demostró que las personas que consumen grandes cantidades de queso presentan un 14% menos de riesgo de tener un infarto, mientras que aquellas que no consumen el lácteo tienen sólo un 10% menos.