En momentos en que tenemos que pensar rápido y emplearnos físicamente a la vez, el cerebro humano se queda con la energía y recursos en vez de repartirlos con el resto del cuerpo.
Por lo tanto, si tu cerebro y tus músculos tienen que trabajar duro, y no tienes energía suficiente para ambos, el cerebro siempre elegirá darse prioridad a sí mismo.
Esta teoría del cerebro egoísta, demostrada en un estudio publicada en «Scientific reports», explica por qué durante la evolución “nuestros ancestros pasaron de ser soldados a diplomáticos”, según el antropólogo de la Universidad de Cambridge, Daniel Longman, coautor del trabajo.
“Comenzamos a destinar cada vez menos recursos a desarrollar y mantener altos niveles de musculatura y, en su lugar, empezamos a alcanzar estatus a través del desarrollo de las habilidades sociales”, explicó.
Las conclusiones de Longman y sus compañeros se basan en un experimento en el que participaron 62 remadores masculinos de la universidad británica. Para el estudio, los deportistas tenían que cumplir tres tareas a lo largo de tres semanas.
En la primera, debían remar en una máquina durante tres minutos al máximo de su capacidad. A la semana siguiente se les pidió que completasen la segunda prueba: tratar de recordar una lista de 75 palabras. Y en la tercera semana se les solicitó que remases y repitiesen las palabras al mismo tiempo.
Al hacer las dos actividades en simultáneo, los atletas no pudieron alcanzar el mismo ritmo de remo que la primera vez, ni recordar tantas palabras como en la segunda fase del experimento.
Aun así, la capacidad cognitiva disminuyó en menor medida que la física: mientras que los atletas recordaron solo un 9,7% menos de palabras, su fuerza descendió un 12,5%.
De tal forma, Longman explica que el cerebro y los brazos de los deportistas compartían la misma fuente de energía limitada, pero que el cerebro trabajaba por conservar la mayor parte de ella.
Además, según un trabajo en el que se basó el presente estudio, el cerebro humano puede llegar a consumir hasta una quinta parte de las fuentes de energía del cuerpo e, incluso en condiciones adversas, el sistema cerebral elige mantenerse a sí mismo antes que destinar los recursos a las otras partes del cuerpo que fallan.