Actualmente, cada vez más clínicas ofrecen la opción de realizar el parto en el agua, resaltando sus beneficios tanto para la madre como para el bebé.
Aún así, hay que tener en cuenta los inconvenientes de esta práctica.
¿En qué consiste el parto en el agua?
Es un parto natural que se puede realizar tanto en casa como en un centro médico.
Requiere de las instalaciones adecuadas. Lo mínimo es una bañera u optar por alguna piscina para mayor comodidad, en donde se puede introducir también la pareja.
La temperatura del agua debe estar a 37°C durante todo el proceso, la mujer debe estar sumergida hasta el pecho y no permanecer un tiempo muy prolongado para que no se canse tanto.
También se necesitan controles bacteriológicos del agua y realizar monitorizaciones del feto para comprobar su estado en todo momento.
Ventajas del parto en el agua
- Los dolores de parto se mitigan, alivia el malestar y contribuye a que el momento del alumbramiento sea más cómodo.
- Favorece la relajación muscular, y proporciona mayor facilidad de movimiento debido a la flotabilidad.
- La duración del parto es más corta.
- Para el bebé no será tan drástico el cambio de su hábitat, pues pasará del vientre de la madre a un espacio de agua tibia.
Desventajas del parto en el agua
- No se puede controlar la higiene como sí se hace en un escenario clínico. Esta situación puede dar paso a una infección tanto en la madre como en el bebé.
- El parto se puede complicar y por eso siempre debe estar controlado por médicos. En ese caso hay que acudir urgentemente a un hospital.
- Se puede producir abundante sangrado.
- Los bebés deben ser sacados del agua inmediatamente al terminar de salir del conducto de parto. Y es que al tener poca visibilidad para maniobrar, es posible que haya desgarro del cordón umbilical, lo que podría provocar hemorragia.