Combinar bebidas energéticas con licor se ha convertido en una práctica habitual en ambientes nocturnos, aunque no es para nada recomendable.
Según el docente de la Universidad de Purdue (Indiana), Richard Van Rijn, mezclar estos dos bebestibles sería tan perjudicial como consumir cocaína.
Para demostrarlo, Van Rijn puso a prueba su teoría con ratones adolescentes y, tras analizar su actividad cerebral posterior al consumo de alcohol y bebidas energéticas, observó una similitud preocupante: Su cerebro se comportaba como el de alguien que había consumido estupefacientes de tipo A, entre los que se incluyen la cocaína.
«Parece que estas dos sustancias los empujan sobre un límite que provoca cambios en su comportamiento y modifica la neuroquímica de su cerebro», explicó el experto, añadiendo que estas bebidas son mucho menos perjudiciales si se consumen por separado.
«Estos efectos solo se observan cuando las bebidas se combinan, no cuando se ingieren alternativamente», afirmó.