Durante este tiempo en que pasamos todo el día en casa, es más frecuente tener que lidiar con la denominada «hambre emocional» y los antojos que produce la ansiedad.
¿Cómo saber cuando estamos frente a esto? Esta «hambre emocional» se traduce en una fuerte urgencia que busca distraer o calmar emociones negativas, más que nutrir nuestro cuerpo.
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El hambre física, en cambio, se expresa cuando pasa la hora habitual de la comida, con «ruidos en el estómago». Esta sensación, se puede calmar con cualquier alimento que consumamos.
Según se explica el sitio Meganoticias, el hambre «real» no genera urgencia y tensión, a diferencia del hambre provocada por la ansiedad, que nos hace correr al refrigerador para calmar nuestro antojo.
Además, el hambre física termina cuando sentimos saciedad. En cambio, la saciedad no se presenta con la ansiedad, aunque se puede producir sentimiento de culpa luego de comer.
“La alimentación emocional puede sentirse como si la mano de otra persona estuviera sacando el helado y poniéndolo en tu boca (comes automáticamente). Puede que no notes que te has comido una bolsa de galletas (comes distraído)”, dicen los expertos.