«Los bebés lloran; es su forma de comunicarse. Los niños pequeños gritan, los más mayores protestan y los adolescentes se quejan. Los padres decimos entre dientes palabras como ‘ay, por Dios’ antes de cada frase. Es nuestra forma de comunicarnos. Pero, ¿sabes qué, Constance? Eso es mejor que el silencio. Una casa llena de niños que gritan, de adolescentes que discuten y de padres a los que se les contesta es una casa sana desde mi punto de vista.
Lo que me preocupa son los niños que no hablan, los que parecen estar siempre asustados, los adolescentes que no pasan por casa y los padres que no se comunican con sus hijos. Y tus hijos no te vuelven loca, ya estabas loca antes. Por eso los has tenido».
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