Si vives sola entonces te vas a identificar con estas cosas que por más vergonzosas que sean, son parte de vivir sin que nadie que nos diga algo.
¿Ropa? ¡No hace falta!
Si hay algo indudablemente satisfactorio es poder desprendernos del sostén después de un largo día. Seamos sinceras: ¡es una liberación! Cuando vivimos solas no esperamos a hacerlo justo antes de acostarnos, ¡sino nada más llegar a casa! Además, podemos ir desnudas de camino a la ducha o salir de la misma manera del baño para buscar esa prenda de ropa que se nos ha olvidado coger del armario. Ya no es necesario taparnos ni ser pudorosas: ¡nadie nos ve!
Actuaciones musicales
Cantar no es tu punto fuerte, ¡pero qué más da! Los karaokes improvisados en casa son de lo más motivantes: en la ducha, mientras te maquillas, frente al espejo mientras escuchas tu canción preferida y ensayas tus mejores pasos de baile… Admítelo: en más de una ocasión has utilizado el cepillo del pelo o el bote de laca como un micrófono.
En caso de emergencia: llamar a papá o a mamá
Porque la cocina no funciona, porque no logras colgar derecho el cuadro nuevo, porque no recuerdas como era la receta de la cazuela… Cualquier motivo es bueno para llamar a nuestros padres cuando vivimos solas.
Los domingos te conviertes en una ermitaña
El último día de la semana es sin duda para ponerse el pijama, acomodarnos en el sofá y ver todas aquellas series o películas que tenemos pendientes. El domingo fue creado para descansar y nadie lo sabe mejor que tú.
Con el tiempo comienzas a creer que habita en tu casa un poltergeist
Los crujidos o ruidos desconocidos se convierten, especialmente de noche, en algo preocupante. Y ni decir ya de las puertas que se cierran repentinamente o de los objetos que se caen sin que nos demos cuenta. ¿Qué ha sido eso? Cuando estamos solas, nuestra imaginación puede jugarnos a veces malas pasadas y obviar las explicaciones más lógicas: el suelo cruje, las tuberías suenan y las ventanas abiertas producen corrientes de aire.
Hablas sola… ¡todo el tiempo!
Ya sea para murmurar entre dientes, para enumerar la lista de la compra o para comentar tu programa preferido (o criticar el que no te gusta). Hablar contigo misma es una de las cosas más habituales que solemos hacer cuando estamos en casa, y aunque lo hacemos en voz alta y continuamente, no siempre somos conscientes.
Y…¿Te identificas?