Un nuevo estudio de la Universidad de Harvard encontró que comer carne asada, ya sea de res, pollo o pescado, puede aumentar la presión sanguínea hasta un 17%, sobre todo si la carne se consume en término “bien cocido”.
La investigación descubrió que asar la carne provoca la liberación de químicos peligrosos que inflaman las arterias y aumentan el riesgo de hipertensión en el porcentaje recién indicado.
Aunque el estudio no pudo demostrar una causa y efecto directos, sí se afirmó que el vínculo es lo suficientemente fuerte como para advertir a las personas que consideren, según su riesgo o estado de presión sanguínea, en qué término deben comer su carne. De hecho, se recomienda hervir la comida en vez de asarla.
El estudio
Para evaluar dicho vínculo, los investigadores de Harvard evaluaron datos sobre decenas de miles de hombres y mujeres a nivel nacional a través de encuestas.
Cada estudio evaluó desde la dieta, el sueño, el estado de ánimo y los hábitos diarios de cada participante, mientras que el equipo de investigación se centró en los alimentos, los métodos de cocción y la presión arterial de ellos.
Al comenzar el seguimiento, ninguno de los participantes presentó presión arterial alta, diabetes, enfermedad cardíaca o cáncer. Sin embargo, a los 12 años de seguimiento, 37.123 personas habían desarrollado hipertensión.
Al revisar mejor los resultados, los investigadores detectaron un vínculo entre el riesgo de hipertensión alta y el método de cocción de sus alimentos.
El riesgo fue un 17% mayor si comían carne, pollo o pescado asados o a la parrilla más de 15 veces al mes, en comparación con aquellos que se permitían comidas a la parrilla menos de cuatro veces al mes.
Aquellos que comían su carne bien cocida mostraron un 15% más de riesgo de desarrollar hipertensión en comparación con las personas que preferían su carne en términos más crudos o rojos.
Al respecto, los investigadores recomiendan comer en puntos no tan cocidos, o, mejor aún, evitar comer cualquier tipo de carne asada.