¿A qué mujer no le gusta comprar zapatos? Ya sea porque son de temporada o necesarios. Pero la felicidad dura hasta cuando llega ese temido momento en que al estrenarlos se nos hacen heridas y todo se arruina.
Pero antes que las rozaduras lleguen a nuestros pies y esos zapatos queden recluidos en el closet, te dejamos algunas recomendaciones, que aunque parezcan obvias, te pueden salvar en más de alguna emergencia.
- Talla correcta: El número del zapato no siempre es el mismo, todo dependerá del fabricante, por eso es importante probarse bien el zapato. Para ello debes fijarte que los dedos no toquen la punta, eso comprobará que no te queden ajustados y en caso de hinchazón te aprieten.
- Medias plantillas: Como es conocido, nuestro cuerpo no es simétrico, por lo que a la hora de comprar un calzado fíjate en tu pie más grande y compra la talla que se ajuste a el, mientras que para el más pequeño compra una media plantilla.
- Crema hidratante: Aplicando un poco de crema de manos o corporal dentro, en los bordes y costuras del zapato, especialmente los de piel que son más duros, ayuda a que se reblandezcan y se adapten mejor a nuestro pie.
- Horma: Si vemos que el zapato es muy estrecho y es probable que acabe haciéndonos daño, mejor es prevenir que lamentar y si lo llevamos al zapatero, éste tiene un aparato llamado horma, donde se introducen los zapatos durante varios días para ir abriéndolos a lo ancho.
- Congelador: El refrigerador se puede volver nuestro aliado a la hora de agrandar el zapato. Lo primero que debes hacer es llenar de agua una bolsa de las que venden para congelar alimentos, luego se mete dentro del zapato en la parte que te quedaba más ajustado y lo colocamos en el congelador. Al formarse el hielo este expande el calzado.
Papel de diario: Otro truco para ensanchar un zapato es darle crema hidratante por dentro y meter bolas de papel de diario humedecidas hasta que el zapato esté bien lleno y se dejan así un par de días antes de ponérselo o hasta que nos los vayamos a poner.
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- Agua o alcohol: Se trata de humedecer con agua (mejor caliente) o alcohol la zona del zapato que nos roza y ponerlo hasta que se seque y se haya dado un poco de sí. Este truco solo vale con zapatos de piel pero hay que tener mucho cuidado porque si es una piel muy porosa, el agua o el alcohol pueden dejar marca.
- Usarlos antes para andar por casa: Si nos hemos comprado unos zapatos para una ocasión especial, además de probar otros trucos, también es fundamental usarlos algunos días antes para andar con ellos por casa. De esta manera, el pie se adapta al zapato y si hay alguna zona más conflictiva podemos ponerle remedio antes del día D.
- Pinkies: Conocidos como los calcetines invisibles. Hoy en día los hacen de forma que se puedan usar con casi todo tipo de zapatos y sandalias y hasta con almohadillado para aliviar las zonas que más se sobrecargan. Además de proteger hacen que, al contrario de lo que puede parecer, el pie vaya más fresco porque absorben la humedad y el sudor.
- Plantillas de silicona o servilletas de papel: Las medias plantillas de silicona para el talón hacen que éste se eleve y el zapato deje de rozar aunque si estamos en la calle, notamos que nos roza el zapato y no tenemos dónde comprar plantillas, unas cuantas servilletas de papel bien dobladitas colocadas en el talón tiene el mismo efecto y siempre podremos encontrar servilletas de papel en cualquier bar.
- Hidratar los pies: Al igual que hay que preparar el calzado, nuestros pies no deben ser menos, un poco de crema hidratante o vaselina en las zonas más susceptibles de sufrir el roce del zapato ayuda a que el pie esté preparado.