La llaman crisis del cuarto de vida, y ocurre entre los 25 y los 30 años. Se trata de una transición marcada por el desencanto, las dudas, el vértigo y la nostalgia que se apodera de muchos jóvenes cuando aún no han dejado atrás la veintena.
Según un artículo publicado en “Harvard business review”, son cuatro fases que se presentan durante esta crisis y el investigador Ran Zilca las identifica de la siguiente manera:
- Se sienten atrapados: Ya han tomado grandes decisiones en sus vidas. Decidieron qué querían estudiar, en qué trabajar y probablemente han optado por dar un paso más en la relación con su pareja. Incluso, puede que ya no vivan en la casa de sus padres. Sin embargo, todo esto se traduce en angustia y en la sensación de que ya no hay marcha atrás. Creen que todo es irreversible y dudan de que han elegido bien cómo quieren que sea su vida en el futuro.
- Catarsis: Se supone que ya son adultos y a quienes ellos consideran como adultos, aún los tratan como niños. Quizás tengan razón y todavía no lo son, por lo que entran en un confuso proceso de reinvención. Según el investigador, esto genera que muchos jóvenes tomen de repente decisiones drásticas como romper con su pareja o dejar el trabajo.
- Nuevos recursos: Experimentan un fuerte sentimiento de soledad, que puede crecer hasta la depresión. Sin embargo, la mayoría opta por combatirla y busca nuevas aficiones. De esta manera, descubren que tienen recursos para afrontar la vida adulta.
- Seguridad y motivación: Enfrentar la vida como un adulto les da seguridad. Notan la entereza y algo parecido al orgullo; una sensación que los motiva para seguir adelante con un objetivo más claro. Además, ya no sienten tanta dispersión ni desencanto, sino más bien ganas de descubrir a ese nuevo adulto que ahora comienzan a ver con más claridad.
Según lo detalla el artículo, la gran mayoría de las personas que atraviesa por esta crisis del cuarto de vida sale reforzada. Asimismo, el 80% de quienes la superan declaran sentirse más felices y satisfechos después de haberla afrontado. Con los años, la perspectiva se amplía y ven ese tiempo como algo positivo que les ayudó a encontrarse a sí mismos como adultos.